Perdido
en la aurora
de
tus miradas.
Prisionero
irredento
de
tus noches.
Cautivo
en el lecho
de
tu vientre.
Prendido
en el ocaso
de
tus labios.
Uncido
al alféizar
de
tu boca.
Recluso
en el abrazo
de
tus piernas.
Esclavo
de la seda
de
tu almohada.
Inmolado
en el ara
de
tus senos.
Rehén
de los aromas
de
tu cuerpo.
Preso
en la luna
de
tus madrugadas.
Nómada
en el bosque
de
Venus.
Incinerado
en el cráter
de
tu volcán.
Soy,
adorador irreverente
de
todos esos matices
que
me tienen embolicado.