domingo, 31 de marzo de 2013 | By: Paco Lainez

Tiempos de tinieblas



Aquel bastión sutil alzado
oculto con tanto misterio,
de un tiempo narcotizado
que negó a hombres y mujeres
del amor todos sus placeres.
El deseo hacía de mis días
que fueran largos, eternos,
pero lejos de ti las horas
eran un auténtico infierno,
sentir el fuego de tu cuerpo
era como caminar descalzo
sobre las brasas del Averno. 




Si tu cuerpo era pecado
mi pasión abrasadora
me incitaba a ser pecador,
anhelando atormentado
que apasionada cedieras
y convertirte en seguidora
de mis creencias fundadas
de ganarnos la otra vida,
idolatrando núbil vestal,
fundiéndolas en una sola
como una colada candente
nuestras efigies pecadoras,
en ese volcánico crisol
de los lienzos de tu lecho. 




Quería perecer atrapado
en tu tupida enredadera
escalando sobre ella,
para asaltar ese baluarte 
misterioso y atrayente
de fémina transgresora.
Ay, como soñaba recorrer
tu abrupta orografía,
del alminar de tus pechos
a tus simas abisales, todos
sus recónditos caminos.  





Ay, como soñaba con beber
exprimiendo cada día,
hasta la última gota
de la exquisita ambrosía
que manaba del hontanar
de tus senos alabastrinos.  




Inútil tiempo de tinieblas
con los deseos amordazados,
por inquisidores de púlpito
predicadores de lo divino,
pecadores de lo predicado,
años de vivir corroídos
bajo el baldón del pecado.
Inútil tiempo de tinieblas
y deseos amordazados.



domingo, 24 de marzo de 2013 | By: Paco Lainez

Tu vientre

 
Día a día veía tu vientre
se inflamaba sin prisas,
al mirarte frente al espejo
se llenaban tus mejillas
de lágrimas, de sonrisas.  
En tu vientre y tu cintura 
la vida barbechó estrías
que te elevaron sempiterna
a la dignidad materna,
que nimiedad es esa mujer
si de los surcos ayer arados
llegaron, a brotar y florecer
flores de bella hermosura
que fueron razón de tu vida,
de la oquedad de tu seno
brotaron tiernas criaturas.


En las laderas de tus senos
nacieron arroyos azules
que allí jamás serpentearon,
de dos oteros que se avistan
entre un profundo estrecho,
manaron dos hontanares,
dos cálidos manantiales
que fluían de tus pechos,
esa fuente manó ambrosía
como torrentes arrolladores
en el deshielo primaveral,
de esa savia se alimentaron
asidos a su caño estrecho
como lobeznos al acecho.


martes, 19 de marzo de 2013 | By: Paco Lainez

Homenaje a los blogs


Poetas andaluces de ahora
es un cuaderno, un blog,
con letras derramadas azul añil,
como lapislázuli,
un torrente de versos
y palabras derramadas para ti,
es el reflejo
desde el otro lado de la realidad,
desde la atalaya,
la terraza de Barataria
se ve el crepúsculo púrpura
como un espejo de fuego.


Lo que trae el mar, cada día a la playa
son mis largas noches contigo
en la casa encendida,
mis caricias del alma son solo para ti,
no son palabras al viento,
ni palabras deshojadas
es un atardecer de letras
donde mi hogar se caldea con
rescoldos azulados,
y se embellece con flores y palabras,
con el vago recuerdo
de un memorial de silencios
donde solo
mis versos de amor van al viento.



observo el tiempo detenido,
a través de los ojos de la niebla
imagino ese acueducto azul,
otro amanecer nocturno
que pondrá al descubierto
un caos de sentimientos
donde la anatomía del deseo,
vaya desnudando sensaciones
y el orgasmo de Júpiter
consiga la sonrisa de Hiperión
poniendo cometas en el cielo,
en el despertar de los sentidos,
y en sus cuerpos etéreos, celestes,
y se romperá con la alborada
la magia del Plenilunio.


Un día,
y con mi pluma de cristal
contaré los secretos de Venecia,
haré invisible los versos de Fenix 
y el viejo cuento que ya está escrito:
érase una vez un príncipe azul que nunca existió,
sacaré de mi cajón secreto
un tintero lleno con lluvia limón.
De mis palabras y las vuestras
se desprende una saudade infinita
y solo os pido: dad al aire mi voz
desde la torre de sueños esmeralda,
así sabré que ese día
devuelvo al mar las voces de tu nombre.


El mercader de sonrisas viajará
veloz cual halcón peregrino
en el tren de las cinco menos diez,
el día ya estará alboreando
para que esa otra que soy yo,
desde mi niebla camine y busque
señuelos de tus palabras,
unas palabras descalzas
pronunciadas por
ese oráculo irresponsable
que con sus delirios de grandeza
soñó una clámide de flores en el desierto.


Desde mi noray soportaré
el embate de los mares y allí
donde habite el olvido
estarán amarrados mis barcos de papel,
con ellos cruzaré el océano de Gondal
para emular los viajes de Elsa,
mis naves partirán cargadas
con el ánfora dorada de la vid,
con ella saciaré la sed
mientras surco los caminos del silencio,
la bitácora de mi navío
guardará mis reflexiones
esos versos al vuelo
donde expreso de todo corazón 
mi sentimiento en poesía
hecha de sonrisas y lágrimas,
donde el olvido esconde
mil astillas de luna.


Desde mi azotea lanzaré
palabras al abismo escritas a vuelapluma
en mi diario de mareas,
y mecidas sobre las aireadas olas
vayan desde la orilla
hasta un mar de libertad
que en su viaje camino al sur
evocará el duende de la poesía
con sus aromas nocturnos, 
y la dama del sur soñará
con los pensamientos de un hombre
esos duendes que habitan
en las torres miradores, espíritus,
genios que se desvelarán
con dulzura al amanecer para soñar
con los reflejos aguamarina de
un azul como la mar de Cádiz



Todo las palabras que resaltan en el texto son nombres de blogs,
esto es solo un divertimento y a la vez un homenaje
a todos aquellos que habitamos este ciberespacio.
sábado, 16 de marzo de 2013 | By: Paco Lainez

Traen los amaneceres

Traen los amaneceres

unas madrugadas de amor

agarrado a tus caderas,

unas noches de plenilunio

con aromas a primavera.

Traen los amaneceres

 un aromático despertar

a salobre brisa marina,

suaves restos del aroma

de las noches de azahar

y luz de auroras ambarinas.

Traen los amaneceres

un susurro calmo, ebrio,

de volcánicos placeres,

instantes que exudan

las pieles satisfechas

de amadas y amantes.
Traen los amaneceres

el desgarro dolorido

por el deseo lacerados

de unos labios deseados

como tizones ardientes.

Traen los amaneceres

fragancias del registro

de oscuros humedales,

de búsquedas infinitas

en recónditas cavernas.
Traen los amaneceres

una placidez silente,

unas varadas serenas

en la rada de tu vientre,

ese estar uncido al yugo

como un bajel al noray,

como un reo sometido

preso a perpetuidad,

encadenado exultante

a las pétreas columnas

esbeltas de tus piernas.

Traen los amaneceres

un cabalgar desbocado,

un galope encabritado

de cinturas y de senos,

jadeantes, convulsos

como arenosas dunas

oscilantes, movedizas.
Traen los amaneceres

suspendidas en el aire

reverberaciones de risas

de dos amantes traviesos

cortejándose en el lecho,

desenfrenados jadeos

de sus eróticos juegos,

leve instante de calma

después de la batalla,

una eufórica bonanza

de placeres satisfechos.